Etapas del ciclo vital y cómo puede afectar la exclusión social a cada una de ellas
Las etapas del ciclo vital se ordenan en: infancia; adolescencia; madurez; y vejez, detalladas a continuación:
Infancia
Etapa comprendida entre los 0 a los 13 años, finalizando con el inicio de la adolescencia. Según Hoffman, Paris y Hall (1995) se puede establecer una división de esta en: Periodo prenatal (desde la concepción al nacimiento); Periodo neonatal (desde el nacimiento hasta los 2 años); Primera infancia (2-6 años); y Segunda infancia (6-13 años).
En este período ocurren cambios en el individuo a nivel sensorio-motriz, cognitivo, socio-afectivo; comunicativo… Diferentes autores han desarrollado subdivisiones de la etapa infantil, por ejemplo. Piaget estudió los estadios del desarrollo cognitivo, Erikson investigó acerca de las etapas psicosociales del ciclo de la vida, o Freud sobre las etapas psicosexuales, entre otros autores.
Adolescencia
La adolescencia comprende desde los 13 años hasta los 20 años aproximadamente, en ella se inicia la pubertad a través de cambios fisiológicos por los que se adquiere la capacidad de reproducción, y esta finaliza con la llegada del proceso madurativo, por el que la persona se convierte en adulta. Es en este periodo en el que el individuo crea su identidad, siendo influido por su contexto, y grupo de influencias, el cual comienza a ser el grupo de iguales, perdiendo importancia el familiar, que anteriormente, a través de la socialización primaria, era el de mayor relevancia para el desarrollo del individuo.
Madurez
El proceso madurativo da lugar a la madurez, iniciándose tras la pubertad, y existiendo una adultez joven y media; cronológicamente los autores señalan diferentes periodos, el inicio gira en torno a los 20-22 años, y el final entre los 64 y los 70 años. Esta etapa se puede dividir en: adultez joven (20-40 años) se caracteriza por la adquisición de lazos íntimos; y de roles como la creación de un núcleo familiar, el inicio de la carrera profesional, etc. Por otro lado, en la adultez media (40-70 años), el adulto se preocupa haciendo una revisión de su vida pasada, de haber dejado algo significativo a las futuras generaciones (educar a un niño, trabajar productivamente…).
Vejez (Desde los 65 años hasta la muerte):
En la vejez, la integridad forma parte del sentimiento de validez que hayan construido a partir de la evaluación de su vida pasada, al tener un buen concepto dan validez a su modo de vida pasada, pero de lo contrario, desarrollan miedo a la muerte. Es una etapa de pérdidas (trabajo, independencia, personas…) por lo que es posible que sea necesario realizar un proceso de resocialización.
En la actualidad, estas etapas están sufriendo una alteración debido a que el mercado de trabajo es inestable, las familias y residencias se diversifican, y la formación se prolonga (universidad de adultos, escuela para mayores…). Es necesario que las personas trabajen en su capacidad de resiliencia, para adquirir una mayor competencia para superar las situaciones adversas, gracias al mejoramiento de las cualidades mentales, conductuales y de adaptación, además, con esta, el individuo podrá hacer frente a las situaciones de exclusión social que derivan en la vulnerabilidad de la persona, afectando a la identidad individual (autoconcepto) que guarda relación con la autoestima (autovaloración propia), y a la identidad social (características impuestas por la sociedad) que por causa de situaciones de exclusión, conlleva a la asociación de una imagen negativa preconcebida del sujeto en cuestión por parte de un individuo o grupo (identidad social estigmatizada). La exclusión social en las diferentes etapas del ciclo vital (Erikson):
Ejemplos
En la infancia, la exclusión social puede ocasionar desconfianza en la adultez si, por ejemplo, en el “periodo prenatal”, el bebé ha tenido que esperar demasiado para obtener su bienestar o ha sido tratado de forma grave. Por otro lado, en el “periodo neonatal” si la autonomía del niño no es reforzada o es avergonzada, en el futuro puede desarrollar una personalidad tímida y dubitativa. Además, en la “primera infancia” si los responsables del menor no ofrecen el apoyo suficiente, puede generar un sentimiento de culpabilidad. Por último, en la segunda infancia si, por ejemplo, sufre experiencias negativas al relacionarse con su entorno, sentirá en las próximas etapas un sentimiento de inferioridad que afectará a su autoconcepto.
En cuanto a la postura de exclusión social en la adolescencia, debido a que es el momento de creación de la identidad personal, si no logra ser establecida, puede ocasionar roles adultos negativos como por ejemplo, ser excesivamente pasivo, es decir, no dar su opinión y poner las necesidades y gustos de los demás por delante de los propios.
En la madurez un desencadenante de situaciones de exclusión pueden ser: en la “adultez media”, puede desencadenar un sentimiento de ausencia de logros significativos, dañando posiblemente con esto la autoestima.
En la actualidad un factor de exclusión es la digitalización de los bancos, que afectan especialmente en la etapa de la vejez, ya que puede ocasionar sentimientos de desplazo o incapacidad al no poder operar de esta nueva manera.